Retrato de una etapa

Si hay un momento en la vida difícil de transitar, de describir, de recordar, de retratar, de todo, es la adolescencia. En el Festival de Cine de Mar del Plata de la última edición tuve la oportunidad de ver «Teenage«, un documental que no se preocupaba por entenderla, sino más bien por contar cómo fue que se originó el término, que se la empezó a reconocer como tal, porque no podía ser todo tan simple como pasar de la niñez a la adultez así como si nada, es más bien un homenaje que un análisis. «I loved being 17. I wish I could stay this age for a while. Seventeen is that perfect spot between adolescence, wish means you’re going somewhere, and adulthood, which means you’re on the downgrade». Pero si buscamos películas que retraten aquel caótico momento de nuestras vidas, cuando no nos sentimos niños pero tampoco adultos, las responsabilidades nos aterran y creemos que nos podemos llevar el mundo por delante, sin escuchar nada ni a nadie, yo siempre elegía «Dazed and confused» de Richard Linklater. Esa película siempre sentí que reflejó mejor que nunca ni nadie aquellos años, perdidos. Relaciones intrascendentes, noches eternas de hacer nada, la necesidad de diferenciarse del resto, alcohol como medio para todo.

Y de repente aparece Gia Coppola, nombre que ya conocía porque, claro, quién no conoce su apellido. Pero como yo a ciertos miembros de esa familia los admiro con devoción, es que ya sabía que ella era sobrina de Sofia Coppola, como saben, una de mis realizadoras favoritas. Bueno, además sabía que había dirigido algunos cortos, incluso subí uno hace tiempo con la música de Rooney, la banda de otro miembro de la familia que me gusta mucho, Robert Schwartzman, y que acá en la película a la cual le dedico principalmente este post está a cargo de la banda sonora de la película. También conocía el video musical que dirigió de Coconut Records, el proyecto musical del hermano de Robert, mi amadísimo Jason Schwartzman (a mí que me gusta relacionar todo, les cuento que es uno de los que ponen la voz al documental mencionado arriba). Y entonces llega su primer largometraje.

«Palo Alto» está basada en un libro de historias cortas escrito por James Franco (sí, el multifacético James Franco adicto a instagram), que además acá colabora con el guión. Como no puedo conmigo misma, antes de ver la película quise leer el libro. Por suerte existe Book Depository (el único que sufre es mi bolsillo) y por suerte los libros, en este país donde uno no puede comprarse nada en el exterior para que te llegue por correo, llegan sin problemas. Con respecto al libro me pasó que tuve sensaciones encontradas. Varias historias no me terminaban de gustar y la idea de que todas quedaran tan inconclusas, terminaran tan de repente me irritaba un poco. Pero entonces llegué a aquellos relatos que hicieron que no pudiera parar de leer y eran aquellos que tenían como protagonistas a, entre otros, Abril, Teddy y Fred. Y de manera muy inteligente es que en esos relatos está basada mayormente la película.

Gia es una directora principiante, sí, pero no sólo viene del rubro de la fotografía, sino que, como aclaré en un principio, de una familia de cine. A nivel técnico se le puede reprochar caprichos pero nada desde lo formal.

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El guión no se enfoca en un conflicto en particular, sino en retratar esta etapa a través de algunos personajes. Un joven (Nat Wolff) que sólo parece causar problemas, que está lleno de preguntas y pocas respuestas. Otro (Jack Kilmer, sorprendiendo con su actuación) que se enamora de una chica a la que apenas le habla pero se deja arrastrar por la «más rapidita» aunque no signifique nada, que tiene problemas con el alcohol y por culpa de éstos, con la ley . Esta chica que sólo puede relacionarse con los hombres ofreciendo sexo y esperando algo más, que nunca le van a dar. Y la chica virgen, a la que le coquetea su entrenador (personaje que James Franco se reserva para sí) y cuyo affaire no hace más que ilusionarla con esas palabras de que ella es algo bueno y real, y destrozarla, porque es en esa edad en la que el amor duele más, y porque se dice a sí misma «I wasn’t good. I was regular. Or worse» (cita textual del libro). «Desearía que nada me importara, pero todo me importa demasiado». Y como si fuera poco, ninguno parece tener atisbo de qué va a hacer o suceder de él en el futuro. «¿Qué querés hacer?». ¿Acaso hay pregunta más aterradora que esa? ¿Tengo que volver a citar esa película que seguramente no vio casi nadie porque apenas pasó por un festival de cine como el de Mar del Plata, sin pena ni gloria, «Everyone’s going to die«? “Todos te dicen ‘haz algo que ames’, ‘encuentra aquello que amas’”. ¿Qué amas? “No tengo idea. En realidad no me importa. Sólo quiero que la gente deje de preguntármelo”. Las figuras adultas casi  no aparecen y si lo hacen son más bien caricaturas de sí mismos.

Para algunos quizás «Palo Alto» se quede a medio camino. Para mí, la idea es no llegar a ningún lado. Ellos no llegan a ningún lado, y probablemente no lo hagan nunca. El final es casi el mismo final que tienen todos los relatos de James Franco, algo que termina porque tiene que terminar no porque sucede algo que debería darle fin.

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1 comentario

  1. Llegué a tu gracias a que Gia compartió este enlace en su página de facebook, me parece muy atinado tu comentario, soy muy fan de James en general y he leído todos sus libros, Palo Alto no fue la excepción y coincido contigo en cuanto a lo de las historias inconclusas que pueden llegar a desesperar, la película me pareció genial porque al igual que tú pienso que lo que quieren retratar tanto en el libro como en la película con esas historias que parecen no tener fin es eso, que puede pasar lo que sea, que son fragmentos de la vida de estos adolescentes que suceden y que narran porque marcó algo en ellos y ya está, a lo que sigue, a quién le importa.
    Muchas felicidades y saludos desde México.

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