Eso no se dice, eso no se hace

El momento para mí, aquel que no tengo ganas de compartir con nadie. La escena menos erotizante vista desde afuera: no me toco desnuda o vistiendo sexy ropa interior destapada sobre la cama; lo hago con el pijama puesto, cubierta hasta el cuello por las mantas, en especial cuando hace frío. Tampoco gimo y me retuerzo como si estuviese poseída; me masturbo en silencio y sin moverme demasiado excepto en el momento en que acabo y tiemblo y quizás de mi boca sale algo más que un suspiro.

A veces para inspirarme pienso en un reencuentro pasado, en algún amante a quien no pienso admitir que me gustaría volver a ver, otras veces pienso en algo más reciente, o en alguna situación específica en la que probé algo distinto. A veces no quiero pensar en gente “real”  y enfoco en mi cabeza la imagen de ese actor de mirada pícara y tatuajes en el brazo, o la de la actriz que me gusta desde mi adolescencia, con sus labios carnosos que parecen pedir a gritos ser mordidos, o las dos imágenes juntas porque en mi fantasía supieron ser amantes. Es en este momento cuando puedo pensar en lo que quiera porque nadie más que yo tiene acceso a ese nivel de mi conciencia aunque haya veces en que me asuste de mí misma por las cosas que se me llegan a ocurrir. A veces puede ser algo erótico, provenir de las ganas de llegar a ese estado de placer conmigo; otras veces funciona casi como una descarga y puede suceder quizás como con bronca o furia. Mientras mis dedos se mueven dibujando círculos cierro los ojos, me muerdo el labio inferior a veces hasta hacerme sangrar y luego abro la boca y de allí se escapa el suspiro alargado que indica fin. Quizás ahora logre dormir más relajada o al menos me calme el dolor de cabeza.

La masturbación como manera de demostrarme a mí misma que tengo cierto control sobre mi cuerpo, que nadie me conoce mejor, que es y siempre será mi relación más duradera. Porque desde que tengo memoria me toco y me exploro, aún antes de saber qué estaba haciendo, producto de una curiosidad siempre insaciable. Antes de ser deseada quiero desear, el deseo me mueve. Masturbarme me enseñó más que mis amantes. Si disfruto de estar con otra persona es porque antes disfruto de estar conmigo.

* Una versión un poco reducida de este texto fue seleccionado y publicado en el libro La Ola Imparable, editado por Tahiel. Actualmente se puede conseguir por acá.

Cinco diarios de escritoras para leer este verano

“El acto de escribir en un diario es la antítesis total de escribir para otros”, escribe Joyce Carol Oates en la introducción a sus diarios, que abarcan de 1973 a 1982 y no han sido traducidos al español. Es uno de los pocos casos en los que, en vida, se elige publicar algo que en principio nace para ser privado.

Sin embargo, escritoras como Sylvia Plath, Virginia Woolf y Katherine Mansfield tuvieron sus diarios publicados después de su muerte, sólo con el consentimiento de sus respectivos maridos, quienes decidieron qué iba a publicarse y qué no.

¿Por qué y para qué un escritor o escritora escribe un diario? ¿Por qué leemos esos textos egocéntricos, a veces repetitivos y que, por más que sean cronológicos, no siempre siguen una línea narrativa clara, hasta pueden ser dispersos?

A continuación, cinco escritoras cuyos diarios nos invitan a entrar en sus fascinantes mundos íntimos.

Para leer el artículo completo los invito al sitio donde se publicó originalmente. Gracias.

Balcones

(este texto lo escribí el año pasado pero ahora, encerrada en casa, más que nunca deseo un balcón y entonces me acordé de él:)

Fotos: pinterest

No sé de dónde surgió mi obsesión con los balcones. De chica viví unos pocos años en un par de casas alquiladas de las cuales tengo algunos pocos y muy específicos recuerdos hasta que poco antes de cumplir cinco años me mudé al departamento que sería mi hogar durante más de veinte años. En el tercer y último piso del edificio vivimos unos años junto a mi papá hasta que después de separarse quedamos sólo mi mamá, mis hermanas y una perrita. Mi mamá siempre decía que su idea era en algún momento mudarse, en lo posible a una casa con patio, de lo contrario al menos a un departamento con balcón. Veintisiete años después sigue viviendo en el mismo lugar.

Yo me salteé un paso y me fui hace cinco años de ese departamento hacia otro cuando me mudé con mi novio. En realidad no sé qué era. No era una casa, no era un departamento, era algo parecido a un PH pero tampoco. Dos ambientes, todo muy chico y apretado a excepción del baño que era demasiado grande en comparación con el resto de la casa. Y había un balcón pero sólo se usaba para dejar la ropa secando en el tender. Era un balcón inútil porque estaba en planta baja y quién quiere que todos los que transitan la vereda pasen frente tuyo. Además ahí también se encontraba la parte externa del aire acondicionado y largaba un calor insoportable. Quizás ésa fue la razón por la que se me murió hasta el aloe vera. O quizás nunca pude cuidar de ninguna planta, de nada.

Cuando quisimos irnos de aquel lugar que nos quedaba chico, aunque nunca fuésemos a ser más que nosotros dos, la idea era mudarse por el barrio y una creía que la opción del balcón iba a ser fácil y evidente. Pero el contrato terminó un mes después de una fuerte subida del dólar y cuando encontramos un tres ambientes cómodo (que además de tener un cuarto extra tenía la cocina y el lavadero separados) y en una buena ubicación, justo al borde de Parque Chas, no dudamos demasiado y lo señamos rápidamente. El problema principal, para mí al menos, es que no tiene balcón ya que da al contrafrente. Es lo que hay, me convencí.

Y ahora camino por las calles de mi barrio mirando hacia arriba, los balcones de departamentos. Los que están cubiertos por rejas, los que están cubiertos de vidrio, los que están llenos de plantas, los que juntan cosas que seguro no se usan, los que sólo tienen una silla, los pequeños, los largos y delgados, los espaciosos. Me hubiese conformado con cualquiera de ellos que me permitiera sentarme a tomar el té y leer o escribir. Salir un poco del encierro autoimpuesto del departamento. Porque no podría vivir en una casa, o no me interesaría vivir en una casa. Me gusta la idea de una caja sobre otra que tienen los departamentos. Es más anónimo. Pero de vez en cuando necesito respirar un poco de aire fresco. Como para no ahogarme.

Top Ten películas 2019

Estas son mis películas elegidas entre las estrenadas en el cine durante el año que se fue.

 

1. Dolor y gloria

2. Joker

3. The Irishman

4. De nuevo otra vez

5. Varda by Agnes

6. High life

7. Rocketman

8. Leto

9. Pistolero

10. Las buenas intenciones

No estrenadas comercialmente:

Portrait of a lady on fire. La vi en el festival de cine de Chicago (donde ganó) y ojalá llegue a nuestras carteleras porque es de lo mejorcito.

Bliss. La vi en el Buenos Aires Rojo Sangre y hace todo lo que Gaspar Noé quiere hacer pero no entiende y en lugar de eso se limita a repetirse entre imágenes psicodélicas. Una de vampiros y arte que es una locura.

Her smell. Esta por suerte pude verla en el BAFICI, no se suelen estrenar las películas de este director aunque esta tiene todo para no pasar desapercibida, incluyendo a una Elisabeth Moss absolutamente fantástica como una rockera descontrolada.

Cine de género argentino 2019

No es un top 5 ni 10 porque ni siquiera siguen un orden específico pero me dieron ganas de resaltar películas que quizás pasaron por alto y valen bastante la pena. Estas películas todas han pasado por cartelera pero, como sucede casi siempre con estas películas argentinas, tuvieron apenas espacio y difusión.

 

Muere monstruo muere

Clementina

Abrakadabra

Infierno grande

Breve historia del planeta verde

Punto muerto

Pistolero

Piedra, papel y tijera

La sabiduría

Extracto de mi cuaderno rojo II

Te escalo. Me aferro a tus espaldas con uñas y dientes. No quiero caerme. No quiero que me dejes. No quiero dejarte.

Por un instante no sé quién soy. Me pierdo. Me evaporo. Me fundo en vos.

Desaparezco.

¿Por qué escribo?

Escribo porque tengo algo que me molesta y necesito sacarme de encima. Es como una piedra en mi zapatilla. Camino y me incomoda, a veces me duele. Me saco la zapatilla, la doy vuelta, la sacudo y no veo nada que caiga. Entonces supongo que es una piedra chiquita, que cayó y que no la vi y voy a poder volver a caminar con normalidad. Pero me la pongo y a los pocos pasos me sigue molestando, lastimando. No sé dónde está. Se me queda pegada en la media o bailotea porque me queda grande la zapatilla. Tengo que escribir y seguir escribiendo y buceando para lograr sacarla y poder caminar con liviandad.

Extracto de mi cuaderno rojo

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El triángulo que forman mis piernas es quebrado cuando te introduces en él. Los dos juntos formamos ahora una nueva figura, menos geométrica, polimorfa.

Sos parte de mí.

Soy parte de vos.

Me aferro con uñas a tus espaldas y con dientes a tu cuello. Como si estuviese escalando una montaña cuya caída podría resultar fatal.

Y sin embargo acá hay una muerte, no tan pequeña como la llaman.

Mis películas elegidas del 2018

Estrenos comerciales (acá pueden leer las justificaciones al mismo tiempo que los Top 10 del resto del staff de Visión del Cine)

10.  Las cinéphilas

9. Cold War

8. Visages Villages

7. Aterrados

6. Call me by your name

5. The Phantom Thread

4. L’amant double

3. Lady Bird

2. Tully

1. Isle of Dogs

 

Las que casi entran pero no

Coco

The shape of water

A quiet place

Incident in a Ghostland

Ghost Stories

Transit

 

Vistas en festivales de cine (y no estrenadas)

Milla

Dry Martina

Virus Tropical

The rider

In fabric

Wildlife

Skate Kitchen

Can you ever forgive me?

Burning

Vuelven (Tigers are not afraid)

 

Películas de años anteriores vistas por primera vez en el 2018

El día trajo la oscuridad

Cecil B. Demented

Bride of Frankenstein

House of Usher

La maschera del demonio

Fantasía erótica

Con este calor

me arrojo en la cama

desnuda

sobre las sábanas

con el ventilador prendido al máximo

y fantaseo.

 

Que se suelta,

se cae

y me corta en pedacitos.